Es la brisa de la vida que va corriendo telones y nos enseña a mirar con los ojos que fuimos guardando...


martes, 2 de marzo de 2010

La tierra está enojada porque vivimos en la Luna

   
  por Esteban Peicovich 
 Nuestro mayor disparate es vivir en la Tierra y "estar" en la Luna. Y así nos va. En los tiempos de los cultos neanderthales, Gea o Gaia era celebrada por mágica y materna. Ahora es la Cenicienta del espacio. Un potrero del sistema solar. La Tierra 2010 desfallece en el Cosmos convertida en estación de servicio, patio trasero, supermercado o planeta cobayo.
Le suceden cientos de apocalipsis al día y solo la cuida un greenpeace. Se la ignora hasta el absurdo de llamarla Tierra cuando lo justo sería sincerarla como Planeta Agua que es. Nuestro descuido por su salud es criminal. Enviamos cohetes con barbijos para preservar la pureza del polvo lunar mientras dejamos que un cisterna de 18 metros prepotee sobre ella cargado de aeronafta.
Son ya miles los años dedicados a oficializar esta crueldad. Otro tanto, a impedir se consagre una moral que contenga a todos los seres vivos por igual. En todo este tiempo, pinos, insectos, ballenas, pájaros, rosas y hasta la rata, han ejercido su rol con una conmovedora responsabilidad. Nosostros no. Entre nos, lo extraterrestre difuso cotiza más que lo aborigen cierto. Hasta los poetas le han cantado mas a la Luna que a la Tierra.
Chapitas espaciales, nos atrae más zambullirnos en lo remoto para dar con gente improbable, que tocar el timbre del vecino y sorprenderlo con un “Voy al mercado. ¿Necesitan algo?” Nos va más el más allá. Estirar el cuello hasta las vecindades del Sol, llenar de botellas el cosmos, coleccionar chismes celestes, acariciar la piel achicharrada de Marte.
Mientras tanto, al planeta que lo creme el rayo ultravioleta, le defolien el pulmón vegetal, le empetrolen el mar. Planeta golpeado, Gaia sobrevive por milagro a ese depredador llamado Historia que consiste en oleadas de sangre y olvido corriendo embretadas por avenidas a las que se las denomina (vaya chiste) civilización tal o civilización cual. Quienes pasan por ser sus más conspicuos héroes, lo fueron por dedicar afán y siglos, a perturbar el equilibrio del magma, del hielo, del mar, de la lava, de las fechas de las estaciones.
Todo con ojo frío, marciano, ajeno, y experimentos de terror, como el del átomo. Una es la gloriosa aventura de conocer ríos, crisantemos o pájaros. Otra, ofender la vitalidad de la Tierra que además de portarnos como pasajeros incorregibles, debe cumplir agendas que le marca el sistema solar.
Girar como lo hace "vestida"de perpetuo azul y cada tanto, como estos días, obligada por leyes solares a liberar energía, acomodar los tensores de la gravedad o (lo peor) reaccionar a tiempo ante el despropósito creciente de los 7.000 millones de dementes que la roen.
Cielo y tierra no entran en la mirada, y mucho menos en el universo interior, de este bicho humano que la estraga de polo a polo sin advertir que lo que le ocurre al mundo se deposita al instante en su mesita de luz. Para el animal posmo globalizado solo pesa el versículo"Por cuatro días locos que vamos a vivir".
Frase de tan alta contaminación que anula todo intento de fraguar una mínima cosmogonía, sencillita, de entrecasa, para ir esbozando (aunque sea con los dedos sobre la arena) un proyecto que bien pudiera llamarse "Génesis Dos". O aun mejor. "Hay que salvar la casa".
Como canta Franco Battiatto, lo que realmente somos, es “Provincianos de la Osa Menor/ vestidos de gris claro/ siguiendo cierta ruta en diagonal/ por la Vía Láctea”. Ser chino, lapón, keniata o lechero en Arkansas es apenas un matiz. Viajamos juntos. Codo a codo. Día a día. Basta un terremoto para que aullemos en igual racimo y en el mismo acorde. Habrá que bajar de la Luna y repoblar la Tierra. Y sentirnos viajeros del cielo, como Pascal,que lloraba al admirar el "techo" de la noche.

* Publicado en Perfil.com el 28.02.10
Esteban Peicovich. Autodidacta. Poeta. Periodista.
Nació en 1930. De pesador de chilled y frozen beef en un frigorífico de La Plata (12 años) pasó a redactor, columnista y crítico de cine en el diario Clarín. Como enviado de ese medio al extranjero recibió el Premio Nacional Kraft al mejor periodista de diarios de 1963.
En 1964 fue nombrado secretario de redacción de La Razón. Entre 1974 y 1987 fue corresponsal en el exterior y a su regreso al país, presentador de programas de televisión y radio. Entre ellos Los Palabristas. Fue columnista de La Nación entre 1995 y 2008.
Colabora con Perfil.com desde 2009.

MIRALUNAS dice: no había pensado yo en publicar artículos ajenos al mundo que recorro en los blogs, pero Haití y Chile me han lastimado el alma dejándome con uan desgarciada sensación de impotencia; y no quiero que estas cosas se hagan naturales a nuestras miradas. Esta nota de Peicovich me golpeó la ingle, donde los golpes duelen de peor manera. Ojalá que a ustedes también.

5 comentarios:

  1. Fstejo la apertura de este nuevo espacio de brisa. Y sobre el tema del post, el ser humano es así, asimila como normal algo que nos está diciendo la Madre Tierra al brindarnos un flor de zacudón, cada vez más seguido, con tsunamis, terremotos, incluso lluvias que convierten a Bs.As. en una Venecia cualquiera. Habrá que escuchar o fenecer...
    Sobre el tema, también me gusto algo que escribió Ricardo en su www.elmalentendido.com, te lo recomiendo.

    Un beso, y siempre sos bienvenida con tus comentarios en mi blog no neurótico.

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  2. El texto de Peicovich no tiene desperdicios.
    La naturaleza se esta enzañando con nosotros y con toda razón pese a los desastres que me duelen que estan sucediendo.
    Pero no es raro que ultimamente pase de todo, todos los cambios climaticos, desastres naturales, etc.
    Creo que de alguna manera nos esta diciendo, gente a ver si se toman un poco de tiempo para cuidar lo que les pertenece, porque no pareciera que fuese EL lugar donde vivimos, sino el lugar que alquilamos!
    Bss.

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  3. Miralunitas, el Peicovich la tiene clara, y vos, y yo y millones de personas que probablemente no son responsables del asesinato de nuestra única casa. No hay que naturalizar absolutamente nada de lo que está sucediendo, ni los sacudones de la tierra, ni las inundaciones y sequías, ni mucho menos el hambre que pasan nuestros hermanos habitantes de este planeta, y entonces que hacemos? Seguimos lamentándonos?
    Si todos sabemos que este sistema político económico solo sirve para la muerte…

    Tenemos que formar un gran ejército de vida

    Besos

    Estercita

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  4. El compromiso de estas brisas de la vida van mas allá, hasta el infinito cosmos.
    Oportuna entrada.

    Abrazos

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  5. Excelente nota, qué bueno que la publicaras! De otro modo me la habría perdido. Gracias!!!

    Creemos conciencia.
    Sostengámosla.

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