Es la brisa de la vida que va corriendo telones y nos enseña a mirar con los ojos que fuimos guardando...


domingo, 28 de noviembre de 2010

un árbol de caramelos


Mi hijo es un padre soltero. Un buen padre, eso sí.
Es el papá de Cleo, esa ruidosa saltimbanqui que me llama "abuelita" y hace que su risa sea el motivo por el que yo me pondría el mundo al hombro, si tuviera que defenderla.
Ayer fuimos a la plaza y ella jugó en ese corralito de arena y hamacas como si no hubiera límites: jugó con la arena, con las hamacas, con su padre, juntando piedritas y semillas de tipa, "investigando" hormigas y otros pequeños insectos, dueña del universo.
Como yo tenía un compromiso, nos volvimos con Daniel un poco antes y ellos quedaron disfrutándose otro rato en la plaza.
Cuando aprontaba la bañera con abundante agua "calentita", para cumplir nuestro ritual de baño y charla, llegó arrebolada, con señales de la plaza en las rodillas, en las manos, en la cara; y en un atropello de palabras y risa, me mostró el tesoro que había hallado con su padre:
- Mirá, abuelita!... Mirá lo que encontramos! Papá me dijo que es la semilla de un árbol de caramelos!- me contó, mientras me mostraba un pequeño caramelo rosado, en forma de cápsula, sucio como su mano. -Con papá pensamos que seguro se le perdió a un osito cariñoso.
Yo lo miré a mi hijo y pregunté esa tontería, en voz baja, tomada de sorpresa: "Todavía existen los ositos cariñosos?"
-Abuelita, no sabés? claro que existen!- encontrándose con Camilo en miradas de burlona complicidad.
Mientras se bañaba, hablamos sobre el tiempo que tarda en crecer un árbol y producir caramelos. Que si lo podíamos cuidar entre las dos, porque a su papá se le había ocurrido que podían plantar la semilla en mi balcón. (En mi balcón?!) Me encontré diciéndole que eso sería fantástico.
-Pero hay que tener mucha paciencia, porque un arbolito no crece de un día para el otro, aunque sea pequeñito. Tiene que brotar, crecer un poco, florecer y después recién habrá caramelos- expliqué absolutamente convencida, mientras en mi cabeza planificaba, embarullada, como iba a "cultivar" un árbol de caramelos que cumpliera la fantasía que habían creado mi hijo con su hija.
Y ahora ando en medio de ese ensueño: pensando en qué maceta, con qué alambres y  qué papelitos iré armando esa magia para Cleo y para su papá, que me llena de orgullo, que me reboza el alma de dulzura y de tranquilidad, con ese amor por su hija que es como un nido que lleva allí dónde va.
Y así es cómo le enseña a esa niña cómo es volar! Es que el tipo anda siempre alimentando sueños, para alegría e inquietud de mi alma, inexorablemente.

Me encuentro pensando, ahora mismo, si lo viera su maestra de 4°Grado, la que escribió como evaluación en su Boletín de Calificaciones: "Camilo, ojalá nunca dejes de ser ese romántico soñador!"  
(Y la alegría me pone un nudo en la garganta, qué cosa!)



martes, 9 de noviembre de 2010

diferentes muertos

El buen hombre que era mi padre murió de noche. Yo llegué a su rostro dormido como a las seis de la mañana. Él vivía en Santa Fe y yo en Buenos Aires. Los empleados dejaron entrar a mi tristeza antes que a mí. La sala del velatorio volvía a abrirse a las siete. Así es que estuve mas de una hora a solas con él. Fué un momento extraño. Ahora cuando lo recuerdo casi siempre soy una gurisa, pero entonces, pensé en nuestra relación de adultos: desde mis veinte a mis cuarenta, digo. En nuestras charlas y en nuestros debates. Mi padre era un tipo de principios, sin claudicar en ninguno de ellos. Así que nos hizo libre pensadores. Tal vez yo fuera de sus hijos la más cercana. Su hija mujer. La loca de la casa también. Yo sé que él admiraba a San Martín y su épica. Y a Pancho Ramirez, porque el tipo era un poco caudillista. Y se emocionaba con los desfiles militares en Gualeguay, en las fechas patrias. Mi padre era antiperonista, debo decir. Sin embargo, sintió una gran desolación y no celebró la muerte de Perón, como algunos celebraron la muerte de Kirchner. Ni la guerra de Malvinas, por suerte para mi alma. Y se le dió vuelta la cabeza y el alma con el juicio a los milicos. Asi que, "hablé" con mi padre como cuando discutíamos acaloradamente, pero con una sonrisa. Preguntándole en silencio: "Te acordás cuándo...?" Despues, llegaron su última compañera, mis hermanos, sus cuñados (los viejos y los nuevos), sus amigos, sus compañeros y mis amigas. Con mis amigas fue otro momento: fue inevitable recordar anécdotas graciosas que lo involucraban, nos reímos otra vez como adolescentes y nos burlamos también, un poco, de esas horribles puntillas que el ritual pone en los féretros: me ayudaron a acomodarlas mas dignamente. Cuando se lo llevaron, me quedé con la clara y fresca sensación de haber disfrutado de mi padre tanto como pudimos los dos. Y fue mucho, de veras.

Cuando se murió el padre de Lelia en el velatorio hubo música de Pugliese y muchos hombres altos, basquetbolistas. El señor era Técnico en Basquet y allí estaban todos los que lo querían. No voy a olvidar fácilmente ese velatorio porque toda esa gente lloraba, reía, se apasionaba recordándolo. Todo mostraba que su padre había sido un buen hombre. Como mi padre.

Despues, murió Raul Alfonsín de mucha significación en la última parte de nuestra historia y hace unos días, Nestor Kirchner, cuya muerte nos impactó fuertemente, en los unos y los otros, también por su significado en el aquí y ahora de nuestra Nación. No sé cómo fue la despedida por parte de sus amigos. Ellos fueron Presidentes argentinos y los protocolos siempre, siempre carecen de intimidad.

Ayer murió Massera, el hijo de una tal por cual mas profundamente malo de nuestra historia, ideólogo y ejecutor de los crímenes sucedidos en la última dictadura militar. Menos gasto para el Estado. Espero nadie lo eche de menos. Salvo el inolvidable OLVIDO.

Diferentes muertos. Esta vez, la muerte no iguala.


Dejo a ustedes este magnífico poema de Mario Benedetti.
DESAPARECIDOS  
Están en algún sitio / concertados
desconcertados / sordos
buscándose / buscándonos
bloqueados por los signos y las dudas
contemplando las verjas de las plazas
los timbres de las puertas / las viejas azoteas
ordenando sus sueños sus olvidos
quizá convalecientes de su muerte privada

nadie les ha explicado con certeza
si ya se fueron o si no
si son pancartas o temblores
sobrevivientes o responsos

ven pasar árboles y pájaros
e ignoran a qué sombra pertenecen

cuando empezaron a desaparecer
hace tres cinco siete ceremonias
a desaparecer como sin sangre
como sin rostro y sin motivo
vieron por la ventana de su ausencia
lo que quedaba atrás / ese andamiaje
de abrazos cielo y humo

cuando empezaron a desaparecer
como el oasis en los espejismos
a desaparecer sin últimas palabras
tenían en sus manos los trocitos
de cosas que querían

están en algún sitio / nube o tumba
están en algún sitio / estoy seguro
allá en el sur del alma
es posible que hayan extraviado la brújula
y hoy vaguen preguntando preguntando
dónde carajo queda el buen amor
porque vienen del odio.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Podrá con su poder?

 

Ya pasaron el ataque del miedo como un abrazo mortal; la sorpresa de un dolor inmensurable; la rabiosa estupefacción; el ruido a trizas del proyecto en común; la despedida al compañero.
Ya fue la oscura desolación.
Ahora es una mujer habitada de su ausencia y amputada de su presencia.
Ahora es la soledad en el centro mismo de la encrucijada.
Ahí están sus hijos, esperando.
Allá están ellos, esperando.
Acá estamos nosotros, los unos y los otros, esperando.
Y ella, sola con el poder.

Llorará esa mujer, encerrada en el baño, mirando en el espejo como el rimmel de sus pestañas se licúa en esa imágen trágica de la autocompasión?
Llorará hasta la madrugada humedeciendo la almohada sin la huella de su cabeza?
Llorará besando el cuello de sus camisas, buscándole el perfume, el olor, el recuerdo?
Llorará con sollozos de niña, con suspiros, hipos y toses, amedrentada por la desesperanza?

Me he encontrado preguntándome, enmujerada, mientras yo también espero: podrá con su poder llorar, como hubiera llorado yo?.