El buen hombre que era mi padre murió de noche. Yo llegué a su rostro dormido como a las seis de la mañana. Él vivía en Santa Fe y yo en Buenos Aires. Los empleados dejaron entrar a mi tristeza antes que a mí. La sala del velatorio volvía a abrirse a las siete. Así es que estuve mas de una hora a solas con él. Fué un momento extraño. Ahora cuando lo recuerdo casi siempre soy una gurisa, pero entonces, pensé en nuestra relación de adultos: desde mis veinte a mis cuarenta, digo. En nuestras charlas y en nuestros debates. Mi padre era un tipo de principios, sin claudicar en ninguno de ellos. Así que nos hizo libre pensadores. Tal vez yo fuera de sus hijos la más cercana. Su hija mujer. La loca de la casa también. Yo sé que él admiraba a San Martín y su épica. Y a Pancho Ramirez, porque el tipo era un poco caudillista. Y se emocionaba con los desfiles militares en Gualeguay, en las fechas patrias. Mi padre era antiperonista, debo decir. Sin embargo, sintió una gran desolación y no celebró la muerte de Perón, como algunos celebraron la muerte de Kirchner. Ni la guerra de Malvinas, por suerte para mi alma. Y se le dió vuelta la cabeza y el alma con el juicio a los milicos. Asi que, "hablé" con mi padre como cuando discutíamos acaloradamente, pero con una sonrisa. Preguntándole en silencio: "Te acordás cuándo...?" Despues, llegaron su última compañera, mis hermanos, sus cuñados (los viejos y los nuevos), sus amigos, sus compañeros y mis amigas. Con mis amigas fue otro momento: fue inevitable recordar anécdotas graciosas que lo involucraban, nos reímos otra vez como adolescentes y nos burlamos también, un poco, de esas horribles puntillas que el ritual pone en los féretros: me ayudaron a acomodarlas mas dignamente. Cuando se lo llevaron, me quedé con la clara y fresca sensación de haber disfrutado de mi padre tanto como pudimos los dos. Y fue mucho, de veras.
Cuando se murió el padre de Lelia en el velatorio hubo música de Pugliese y muchos hombres altos, basquetbolistas. El señor era Técnico en Basquet y allí estaban todos los que lo querían. No voy a olvidar fácilmente ese velatorio porque toda esa gente lloraba, reía, se apasionaba recordándolo. Todo mostraba que su padre había sido un buen hombre. Como mi padre.
Despues, murió Raul Alfonsín de mucha significación en la última parte de nuestra historia y hace unos días, Nestor Kirchner, cuya muerte nos impactó fuertemente, en los unos y los otros, también por su significado en el aquí y ahora de nuestra Nación. No sé cómo fue la despedida por parte de sus amigos. Ellos fueron Presidentes argentinos y los protocolos siempre, siempre carecen de intimidad.
Ayer murió Massera, el hijo de una tal por cual mas profundamente malo de nuestra historia, ideólogo y ejecutor de los crímenes sucedidos en la última dictadura militar. Menos gasto para el Estado. Espero nadie lo eche de menos. Salvo el inolvidable OLVIDO.
Diferentes muertos. Esta vez, la muerte no iguala.
Dejo a ustedes este magnífico poema de Mario Benedetti.
DESAPARECIDOS
Están en algún sitio / concertados
desconcertados / sordos
buscándose / buscándonos
bloqueados por los signos y las dudas
contemplando las verjas de las plazas
los timbres de las puertas / las viejas azoteas
ordenando sus sueños sus olvidos
quizá convalecientes de su muerte privada
nadie les ha explicado con certeza
si ya se fueron o si no
si son pancartas o temblores
sobrevivientes o responsos
ven pasar árboles y pájaros
e ignoran a qué sombra pertenecen
cuando empezaron a desaparecer
hace tres cinco siete ceremonias
a desaparecer como sin sangre
como sin rostro y sin motivo
vieron por la ventana de su ausencia
lo que quedaba atrás / ese andamiaje
de abrazos cielo y humo
cuando empezaron a desaparecer
como el oasis en los espejismos
a desaparecer sin últimas palabras
tenían en sus manos los trocitos
de cosas que querían
están en algún sitio / nube o tumba
están en algún sitio / estoy seguro
allá en el sur del alma
es posible que hayan extraviado la brújula
y hoy vaguen preguntando preguntando
dónde carajo queda el buen amor
porque vienen del odio.
desconcertados / sordos
buscándose / buscándonos
bloqueados por los signos y las dudas
contemplando las verjas de las plazas
los timbres de las puertas / las viejas azoteas
ordenando sus sueños sus olvidos
quizá convalecientes de su muerte privada
nadie les ha explicado con certeza
si ya se fueron o si no
si son pancartas o temblores
sobrevivientes o responsos
ven pasar árboles y pájaros
e ignoran a qué sombra pertenecen
cuando empezaron a desaparecer
hace tres cinco siete ceremonias
a desaparecer como sin sangre
como sin rostro y sin motivo
vieron por la ventana de su ausencia
lo que quedaba atrás / ese andamiaje
de abrazos cielo y humo
cuando empezaron a desaparecer
como el oasis en los espejismos
a desaparecer sin últimas palabras
tenían en sus manos los trocitos
de cosas que querían
están en algún sitio / nube o tumba
están en algún sitio / estoy seguro
allá en el sur del alma
es posible que hayan extraviado la brújula
y hoy vaguen preguntando preguntando
dónde carajo queda el buen amor
porque vienen del odio.
disculpen ustedes la extensión de este post.
ResponderEliminares que casi siempre la pasión desbarata los límites.
gracias
Ya le dije todo por teléfono...bueh, no todo, se me quebrò la voz, a mi también la pasiòn me desbarata los límites.
ResponderEliminarLa emoción me puede aún.
Y cumplo, asì debe ser, como habrá cumplido su padre, nos estamos viendo en esta semana.
Yo creo, sin embargo, que la muerte sí iguala. Siempre. Iguala a esos muertos que como usté bien dice, son diferentes.
ResponderEliminarLa tarea de separar a los muertos en la mente, en el recuerdo y en el sentimiento, es enteramente nuestra. De los vivos.
Un saludo.
También guardo, como ud, algunas ternuras que la muerte de los queridos me ha dejado.
ResponderEliminarEsta noticia que refiere la escuché en la ducha, a poco de despertarme. Y me quedé unos segundos quieta bajo el agua intentando abarcar en un solo pensamiento, la variedad de sentimientos que despertaría el hecho.
Y seguí bañándome con la elección hecha de creer en la justicia divina.
Beso grande.
seguirá en nuestra ignorancia...los seres malvados no se merecen nada
ResponderEliminarNo he pasado por momentos del dolor de perder seres muy cercano. Solo puedo suponer que debe ser muy doloroso, porque con el solo pensar en ausencias se me pone el alma de pollo.
ResponderEliminarComparto el comentario de Yoni Bigud, que la muerte iguala, lo que diferencia es lo vivo con los que se han ido.
Y a Massera claro que quiero que se lo recuerde, que se lo recuerde por lo que es y fue: " UN ASESINO"
Besos amigamia.
¿Largo...? Me supo a poco.
ResponderEliminarQué homenaje más lindo le hiciste a tu padre y en él a las personas que son buena gente y que sin duda abundanmñas que los otros, lo que pasa es que se oyen menos.
El colofón de la poesía... muy bien traido.
Tengo a mi aitite (abuelo) Salva, que todavía me acompaña, y los ojos se me llenan de lágrimas sólo con nombrarlo...
ResponderEliminarLa muerte iguala en cuanto a que nuestro cuerpo se marcha lo mismo que vino: solo!
Pero no iguala en el recuerdo, demostrado está!
Benedetti, grande! Y cómo no recordarlo...!
Besitos, amiga. Me pusiste tierna!
;)
que maravilla de post...
ResponderEliminarni aún el olvido miralunas
y si...no iguala
me dejaste sin palabras
Me ha removido mucho lo que ha acabo de leer amiga miralunas, y después de respirarlo todo, paso paso, he llegado a la calma sonrisa al volver a tener en mi recuerdo el rostro de Don Mario (una vez en una librería de Alicante lo vi muy de cerca, hacía como yo, se demoraba picoteando entre libros)
ResponderEliminarNo obstante; Espanto de tumba eterna para Massera.
No, para mí la muerte nunca iguala. De leerte sentí cariño por esos hombres buenos que no he conocido.
ResponderEliminarEl poema de Benedetti es tan verdadero como bello.
Yo también, como Jazmín, deseo creer en la justicia divina.
Un beso.
No dudo de tu pasión y el recuerdo de tu padre llega y me toca!
ResponderEliminarEn lo diferentes muertos esto muy de acuerdo con el Yony Bigud, la muerte iguala y la tarea de separarlos en todos los sentidos es nuestra.
beijos grande mãe
Estercita
Tu post es justo y con la medida suficiente... me gustó esta lectura, sin duda, hay muertes y muertos. Yo recuerdo el sufrimiento largo y padecimiento hasta llegar a morir de mi abuelo en el hospital, cómo lo vivimos los familiares (entonces tenía dieciocho años). Sin embargo, recuerdo que cuando falleció Francisco Franco mis tíos, mis padres lo celebraron con vino, cantando y comiendo con lágrimas en los ojos por sus conocidos (niños entonces y familiares de éstos) que murieron durante la guerra civil.
ResponderEliminarBuen relato.
saludos.
en fin, que ahora mismo me sigue pareciendo que la parca será la misma, pero los muertos son diferentes.
ResponderEliminarabrazos y gracias por venir hasta la brisa de la vida.
Cosas del amigo Mario, para mi, uno de los mas grande
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.