Es la brisa de la vida que va corriendo telones y nos enseña a mirar con los ojos que fuimos guardando...


jueves, 25 de marzo de 2010

convergencia, círculo, comunidad, abrazo

el viernes fue un día especial, ademas de ser viernes, que ya es decir.
nos juntamos en El Taller a vernos las caras, a abrazar y paladear, como dijo Maxi, por ahí.
aunque me lo propuse cuando comencé a escribir en Miralunas, mi querido blog del inicio, no puedo desistir de esos encuentros.
soy una de esos que chateaban cuando el chat era una especie de caja de Pandora habitada por locos y mentirosos; por eso sé que estos encuentros ponen a prueba la magia, y eso los hace de verdad interesantes.
soy, mis amigos y parientes lo saben, admiradora tenaz de la comunicación que brinda internet, con todos sus mas y sus menos. mi experiencia me ha mostrado que es "así en internet como en la vida".
así que ahí estuve. estuvimos.
y ando, todavía, con el corazón iluminado y el alma tibiecita.
soy, además, (también bien lo saben amigos y parientes) una señora abundosa en edad y tamaño que prefiero del principio al fin, abrevar de la fuentes de la juventud, con todos sus riesgos, a subirme a un bondi de adultos mayores que me lleve a las termas que hoy florecen en cualquier barrio con un poco de barro cerca.
quiero decir con ésto, que la conminé a Cecy que pasara a buscarme y puntualitas como debutantes, estuvimos en esa esquina a las nueve en punto.
al momento, se nos reunió Kari que nos preguntó tímidamente si íbamos a un encuentro de bloggeros... y listo! lo lindo había comenzado. Ella es suave como una llovizna, pero seguro que puede ser intensa como una tormenta.
un ratito y llegó Maxi, que jugaba "de local". con él ya nos sentamos en el bar que estaba casi vacío, lo que le daba a la cuestión un alegre toque de privacidad.
Maxi es un anfitrión excelente, amoroso en el mejor sentido, asi que ingresamos en una charla de amigos que hace un rato que no se ven y actualizan sus vidas.
la llegada de Magah y Ricardo fue bulliciosa porque se fue agrandando la mesa con sillas, comentarios y risas.
Martín llegó asi como parece ser casi siempre: leve y profundo, impresionando a los que no lo conocíamos con el nombre de su blog: "SOBRE MI CADAVER", un cadaver exquisito, claro.
Martín se llevó el protagónico por un rato; el tipo es un chico de los medios... y de qué medios! y todos le preguntamos algo de alguien.
al rato, como un vendaval de frescura llegó Euge. Ella es toda movimiento y expresión.
sin que mis mas queridos se enojen (ellos se la perdieron, una pena) fue la reunión bloggera mas..., cómo decirlo?..., ah, sí!... de mas libre expresión a la que haya asistido.
hablamos de muchos temas, opinamos sobre tantas cosas!, dijimos pensamientos y sentimientos intensos..., confiados y libres.
una "contingencia de energías" como dijo Martín que iluminó con flashes El Taller, flashes visibles e invisibles y que se plasmó en un Cadaver Exquisito que les invito a leer mas abajo.
ah, sí, claro!... es que ellas son mis amigas y a él lo "conozco" de hace rato.
Cecy es, ya saben, asi como un tango, aunque espero que no con esa melancolía; silenciosa y explosiva, suave y ríspida, caprichosa y linda.
Magah es como una caminata a la madrugada, con ella todo puede esperarse y eso está rebueno para mí, que la quiero desde la primera letra.
y Ricardo..., ja! con Ricardo una sale a andar la realidad y las cosas del alma, como si se tratara solo de distintas veredas en la misma cuadra.
saben qué? no hay que perderse estos encuentros!
le ponen a la rutina esa sal y ese dulzor que hacen la vida mas brillosa, mas suave, mas liviana.
y se conocen personas preciosas que de otra forma tal vez nunca la hallaríamos.
salud, etereo espacio de internet que me ha regalado amigos, amores y un DJ que me musiquea el cuerpo y el alma!

este es el precioso Cadàver Exquisito que resultó de nuestro encuentro. Martín pescó la escencia y le puso el título.

Convergencia existencial
Encuentros impensados
contagian energías nuevas
que se multiplican
cuando se hacen realidad
mientras la brisa de la vida,
mirando ya las lunas
veo como caen
las gotas de lluvia sobre mi piel
y se expanden…
y se arremolinan en mi corazón
todos los sentimientos posibles
y no se que decir
y quien sabe si lo que dice se sabe ver
y si no sabe ver
que se anime y sienta
porque nunca alcanza con ver
es mejor sentir
que perderse los movimientos del alma
pero siempre soñando
con nuevos e infinitos horizontes
y me quedo sin palabras…
palabras mas, palabras menos,
una canción que la escribió otro
yo la bailo con pasión y sangre
se me van los pies
de puntilla por la madrugada.


Autores: magah - mispalabrasdescalzas.blogspot.com
              martin - sobrenuestrocadaver.blogspot.com
              kari - decideyselibre.blogspot.com
              maxi - noneurosis.blogspot.com
              ricardo - elmalentendido.com
              cecy - gotasdelluviasobremipiel.blogspot.com
              euge - pinyta-pinyta.blogspot.com
               miralunas- labrisadelavida.blogspot.com

miércoles, 24 de marzo de 2010

24 de marzo

                                                                                                 
El pasado 12 de marzo al fin, la impotente pena logró matar a Juan.
A ella, no. La vida la despedaza pero no consigue morirla. Aunque ya no importa.
Se ha puesto aquel vestido floreado de hace treinta y dos años y, con un poco de arte, ha soltado el rodete y recortado su cabello casi como en aquel tiempo. Casi.
Espía el sol y el reloj. Ya casi es la hora.
Piensa un momento si lleva todo lo que necesita. Revisa su cartera: sí, está todo. El pañuelo no, hoy va sin pañuelo.
Antes de salir, se mira al espejo y sonríe. Hoy es, de verdad, una vieja loca.

En la plaza camina con la agilidad de entonces. Sabe cuál es su cometido y ha tomado todos los recaudos para lograrlo.
Pronto lo divisa cerca de "ella" y del escenario. Va hacia él y lo mira tranquila, segura de que detrás de aquellos anteojos oscuros está "esa" mirada. Por un momento, se sorprende de haber llegado tan cerca.
Cuando él ha comenzado a reconocerla, ella lo mata con un atinado tiro que impacta casi cinco centímetros a la izquierda, un poco mas abajo, del tercer botón de su camisa que siempre es negra.
Se da vuelta, y comienza a caminar con una sonrisa.
Lo ha hecho por su amiga, para disiparle esa bruma que se va formando en su memoria.

Siente una gran paz, mientras vuelve a guardar en su cartera la pistola de su Ernesto, que ella escondió en su bombacha aquella noche, sin que sirviera de nada.

imagen: corazón con miedo J.J. Fez

miércoles, 10 de marzo de 2010

veinticuatro colores


En cuarto grado, Roberto era el dueño de la única caja de Lápices FABER CASTELL en veinticuatro colores, entre todos los alumnos de la Escuela Modelo Nº1, de Gualeguay.
Y a mi me encantaba dibujar!
Por tanto, habíamos hecho un trato que nos ponía automáticamente de novios: yo ilustraba con mis dibujos su cuaderno de clases y eso me daba derecho al uso de sus bellos e inalcanzables veinticuatro lápices que resumían los colores del universo y que se guardaban en un estuche de metal único.
Eso me hacía sentir la heroína de una novela de amor a los diez años.
Mis recuerdos se hacen borrosos en el devenir de la adolescencia y a los diecisiete me fui a Santa Fe a la vida universitaria.

Cuando nos volvimos a ver, habían pasado veinticinco años desde que me fui.
Festejábamos las Bodas de Plata como egresados y ese regreso Gualeguay significó volver por tres días a los diecisiete.
En la cena del encuentro, despues del sorprendido saludo, nos sentamos uno al lado del otro, un poco por casualidad. Nos contamos lo de ese tiempo: él se había casado con la rubia tonta hija del dentista y yo estaba separada de mi primer marido.
Entre la adolescencia retornada y los brindis, los ojos brillantes y la risa fácil nos habían puesto hermosos y seductores, ya saben.

Roberto me invitó a bailar música cariveña y yo acepté encantada. Me gustaron su invitación y su mirada: lo recordaba introvertido y un poco hosco. Pero se había vuelto un hombre buenmozote y amigable.

De pronto, entre baile y baile me espetó:
- Qué suerte que volvimos a encontrarnos y me puedo amigar con mi compañera de cuarto grado, que ahora es esta dulce e interesante mujer.
- Amigarte?- pregunté sorprendida_- estuvimos peleados alguna vez?
- Vos parece que no. Pero yo siempre estuve enojado con vos, que eras mi novia sólo para adueñarte de mis lápices de colores.
Yo lancé una carcajada al recuerdo.
- Teníamos diez años, ha pasado tanto tiempo!
- Pues no tanto si aun tengo esa pena de amor. Y no me ha servido de nada guardar mi lata de Faber veinticuatro colores.

Por un breve momento el silencio le ganó a la risa.
Despues, sopló levemente la brisa de la vida y seguimos bailando como si nada. O casi.

imagen: lápices Faber-Castell - verdeesbueno.wordpress.com

viernes, 5 de marzo de 2010

De mariposas...

             Emprendí el camino de regreso albergando una seria sospecha sobre las intenciones de las mariposas.
             ¿Serán capaces de ofrecernos una apariencia tan distinta de la verdad?

              Talvez sea ese su único punto de contacto con el amor.
                      La inocencia de las mariposas-Yoni Bigud- metacholadoble.blogspot.com


Era pasado el mediodía del miércoles, un día pastosamente húmedo en el microcentro porteño.
Yo venía de hacer cuarenta minutos de espera en un banco, con un humor pegajoso y un poco agorafóbico.
Me imagino con un gesto poco amigable y para nada receptivo; me imagino de un color apagado.
Y en ese momento me crucé con esa mujer. Seguramente pasaba la setentena en años. Ella era flaca y un poco agrisada. Cabello gris, vestido gris y pies un tanto deformes. Puedo describirla porque siempre siento un poco de pena por los viejos haciendo trámites en horas y lugares mal elegidos, no importa como lleve yo el alma. Y cada vez, no resisto el impulso de mirar en qué tipo de bolsa llevan todos esos papeles que, seguramente, resumen su vida. Ella llevaba una Bolsa de las que dan en las zapaterias, de color violeta: "Calzados Andrea- Damas".
Volví a mirarla con un solidario malhumor, porque la señora llevaba un gesto adusto y distraído. Y también llevaba una pequeña mariposa amarilla posada a la altura en que se ponen los prendedores, pero en el lado derecho. Hice tal descubrimiento a cincuenta centímetros de distancia, mas o menos. Casi al cruzarnos.
Era una mariposa pequeña y amarilla de esas que vuelan de a miles a la hora de la siesta, en el campo. Movía levemente las alas.
Pensé rápidamente si le avisaba a la señora de ese imprevisto adorno y rápidamente concluí en que mejor no, porque la señora podría asustarse y espantar la mariposa como a un bicho cualquiera.
Asique las dejé ir, con el humor mas liviano y despegado casi de la agarofobia que me ataca los medios días pastosamente húmedos con trámites obligatorios en el microcentro.
Me detuve un instante en la esquina, antes de cruzar y recordé eso que había leído sobre las intenciones de las mariposas. Y en las cosas del amor, de cuyas intenciones también sospecho a veces.
Y si es cierto que son capaces de ofrecernos una apariencia por completo distinta de la realidad?
Y si también es cierto que ese es su punto de contacto con el amor?
Porque esa mariposa amarilla y pequeña en el pecho de esa mujer un poco agrisada el miércoles pastoso en el microcentro....



martes, 2 de marzo de 2010

La tierra está enojada porque vivimos en la Luna

   
  por Esteban Peicovich 
 Nuestro mayor disparate es vivir en la Tierra y "estar" en la Luna. Y así nos va. En los tiempos de los cultos neanderthales, Gea o Gaia era celebrada por mágica y materna. Ahora es la Cenicienta del espacio. Un potrero del sistema solar. La Tierra 2010 desfallece en el Cosmos convertida en estación de servicio, patio trasero, supermercado o planeta cobayo.
Le suceden cientos de apocalipsis al día y solo la cuida un greenpeace. Se la ignora hasta el absurdo de llamarla Tierra cuando lo justo sería sincerarla como Planeta Agua que es. Nuestro descuido por su salud es criminal. Enviamos cohetes con barbijos para preservar la pureza del polvo lunar mientras dejamos que un cisterna de 18 metros prepotee sobre ella cargado de aeronafta.
Son ya miles los años dedicados a oficializar esta crueldad. Otro tanto, a impedir se consagre una moral que contenga a todos los seres vivos por igual. En todo este tiempo, pinos, insectos, ballenas, pájaros, rosas y hasta la rata, han ejercido su rol con una conmovedora responsabilidad. Nosostros no. Entre nos, lo extraterrestre difuso cotiza más que lo aborigen cierto. Hasta los poetas le han cantado mas a la Luna que a la Tierra.
Chapitas espaciales, nos atrae más zambullirnos en lo remoto para dar con gente improbable, que tocar el timbre del vecino y sorprenderlo con un “Voy al mercado. ¿Necesitan algo?” Nos va más el más allá. Estirar el cuello hasta las vecindades del Sol, llenar de botellas el cosmos, coleccionar chismes celestes, acariciar la piel achicharrada de Marte.
Mientras tanto, al planeta que lo creme el rayo ultravioleta, le defolien el pulmón vegetal, le empetrolen el mar. Planeta golpeado, Gaia sobrevive por milagro a ese depredador llamado Historia que consiste en oleadas de sangre y olvido corriendo embretadas por avenidas a las que se las denomina (vaya chiste) civilización tal o civilización cual. Quienes pasan por ser sus más conspicuos héroes, lo fueron por dedicar afán y siglos, a perturbar el equilibrio del magma, del hielo, del mar, de la lava, de las fechas de las estaciones.
Todo con ojo frío, marciano, ajeno, y experimentos de terror, como el del átomo. Una es la gloriosa aventura de conocer ríos, crisantemos o pájaros. Otra, ofender la vitalidad de la Tierra que además de portarnos como pasajeros incorregibles, debe cumplir agendas que le marca el sistema solar.
Girar como lo hace "vestida"de perpetuo azul y cada tanto, como estos días, obligada por leyes solares a liberar energía, acomodar los tensores de la gravedad o (lo peor) reaccionar a tiempo ante el despropósito creciente de los 7.000 millones de dementes que la roen.
Cielo y tierra no entran en la mirada, y mucho menos en el universo interior, de este bicho humano que la estraga de polo a polo sin advertir que lo que le ocurre al mundo se deposita al instante en su mesita de luz. Para el animal posmo globalizado solo pesa el versículo"Por cuatro días locos que vamos a vivir".
Frase de tan alta contaminación que anula todo intento de fraguar una mínima cosmogonía, sencillita, de entrecasa, para ir esbozando (aunque sea con los dedos sobre la arena) un proyecto que bien pudiera llamarse "Génesis Dos". O aun mejor. "Hay que salvar la casa".
Como canta Franco Battiatto, lo que realmente somos, es “Provincianos de la Osa Menor/ vestidos de gris claro/ siguiendo cierta ruta en diagonal/ por la Vía Láctea”. Ser chino, lapón, keniata o lechero en Arkansas es apenas un matiz. Viajamos juntos. Codo a codo. Día a día. Basta un terremoto para que aullemos en igual racimo y en el mismo acorde. Habrá que bajar de la Luna y repoblar la Tierra. Y sentirnos viajeros del cielo, como Pascal,que lloraba al admirar el "techo" de la noche.

* Publicado en Perfil.com el 28.02.10
Esteban Peicovich. Autodidacta. Poeta. Periodista.
Nació en 1930. De pesador de chilled y frozen beef en un frigorífico de La Plata (12 años) pasó a redactor, columnista y crítico de cine en el diario Clarín. Como enviado de ese medio al extranjero recibió el Premio Nacional Kraft al mejor periodista de diarios de 1963.
En 1964 fue nombrado secretario de redacción de La Razón. Entre 1974 y 1987 fue corresponsal en el exterior y a su regreso al país, presentador de programas de televisión y radio. Entre ellos Los Palabristas. Fue columnista de La Nación entre 1995 y 2008.
Colabora con Perfil.com desde 2009.

MIRALUNAS dice: no había pensado yo en publicar artículos ajenos al mundo que recorro en los blogs, pero Haití y Chile me han lastimado el alma dejándome con uan desgarciada sensación de impotencia; y no quiero que estas cosas se hagan naturales a nuestras miradas. Esta nota de Peicovich me golpeó la ingle, donde los golpes duelen de peor manera. Ojalá que a ustedes también.

lunes, 1 de marzo de 2010

buen lunes, gabriela!


“mas tarde ha de mirar de frente al sol de su ventana, al espejo, a la calle, a la vida.
los ha de mirar hoy de esa manera con que ella mira de frente, con todo su adentro en los ojos"."”



Ha dedicado el fin de semana a poner duendes y fantasmas en su lugar.
Así, hoy se despierta un poco antes de que el sonido del alerta de su celular la ponga de mal humor.
Un tanto ansiosa repite la rutina de la semana, solo que elige con un poco mas de cuidado su ropa y, en especial, su perfume.
Sale a la calle, concentrada y seria, como hace casi todo últimamente.
Pero, como llega a destino con un poco de tiempo, decide tomar un cafecito en el bar de la esquina, para pizpear la gente. “Las caras que veré desde ahora”.
Sin embargo, su pensamiento se adentra en ella y caracolea en su cabeza y serpentea en su alma. Se mira las manos y piensa en su boca, en su mirada; en esa soledad que se le va amigando en la piel.
Concentrada y seriamente, como hace casi todo últimamente, se sonríe a así misma. Se regala una sonrisa por este día de hoy, por esta decisión y por las que irá tomando.
Mira la calle, el movimiento de esa hora de la mañana de lunes. Y vuelve al recuento de los caminos que ella misma ha recorrido para llegar hasta acá.
Vaya a saber cómo, pero sí sabe porqué, se acuerda con claridad cinematográfica el día en que su padre entregó a su marido las valija con sus cosas. Ninguno pensó en ella, seguramente, si no en la situación: uno la entregaba y otro la recibía. Su vida pasó de unas manos a las otras. Con la sensación de una rabia que la llena de energía, apura el último sorbo de café.
Pues, ya no. Ya nadie entregaría “su” valija a nadie.
Vuelve a mirar sus manos, como si allí estuvieran sus ojos. (Las manos son como ojos, tantas veces.)
Y piensa antes de salir a vivir con su valija a cuestas, le costara lo que le costare, que ha recorrido hasta hoy un camino que no estuvo tan mal, después de todo. La forma de vivirse que la ha llevado hasta allí, con lágrimas y cicatrices, le han curtido la piel del alma y le han endurecido un poco la forma de mirar, pero descubre que su corazón late acompasadamente.
Llama al mozo y paga su café.
Y sale decidida.
Ingresa al edificio con toda ella y su valija, poniendo el pie derecho en el umbral.
Y aunque está feliz, saluda con un “Buen día, soy Gabriela.”, concentrada y seriamente, como hace casi todo últimamente.

La recibe un “Bienvenida, Gabriela” y ella le hace un guiño de aprobación a su vida.
Todo vuelve a empezar, por suerte.

n.a.: en Argentina llamamos valija a la maleta.